Mal de Río Cuarto del Maíz (Mal de Río Cuarto virus) (MRCV)

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Condición fitosanitaria: Presente ampliamente distribuida

Grupo de cultivos: Cereales

Especie hospedante: Maíz (Zea mays L.)

Rango de hospedantes: el virus posee un amplio rango de hospedantes.

El MRCV infecta naturalmente maíz y otras gramíneas cultivadas como el trigo (Triticum aestivum) (Rodriguez Pardina et al., 1998; Rodriguez Pardina et al., 1994), la avena (Avena sativa) (Giménez Pecci et al., 1997), el sorgo (Giorda et al., 1993), el centeno (Secale cereale), la grama rhodes (Chloris gayana) y el alpiste (Phalaris canariensis) (Truol et al., 2001).

Se lo ha detectado infectando naturalmente especies de gramíneas silvestres como: Digitaria sanguinallis (Luisoni y col., 1973), Setaria verticillata (Klein, 1967), Sorghum halepense (Lenardón, com. pers.), Echinochloa colonum, Eleusine indica (Conci et al., 1992), Cynodon dactylon (Klein, 1967). Estas malezas constituyen un reservorio natural del virus y además favorecen el desarrollo de la población del insecto vector.

Epidemiología: monocíclica, subaguda.

Transmisión: Delphacodes kuscheli (Hemiptera >Delphacidae > Delphacinae), persistente (circulativa) y propagativa.

Etiología: Virus. (Biótrofo como todos los virus)

Agente causal: Mal de Río Cuarto virus (MRCV)

Taxonomía: Viruses > dsRNA viruses > Reoviridae > Spinareovirinae > Fijivirus > Fijivirus group 2

ICTV: dsRNA Viruses > MRCV

ICTV Taxonomy history

Baltimore classification: Group III: dsRNA Baltimore, 1971

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El genoma del MRCV está compuesto por 10 segmentos genómicos de ARN de doble cadena (dsRNA), denominados S1 a S10, que están estrechamente empaquetados en cápsides icosaédricas de doble capa y codifican al menos 13 proteínas. El tamaño del genoma es de 29 kbp aprox (Distéfano, 2003). Dentro de la familia Reoviridae, la replicación y el ensamblaje del virus ocurre en estructuras citoplásmicas altamente organizadas y dinámicas llamadas viroplasmas o fábricas virales que están compuestas por proteínas virales y del hospedante, así como por ARN viral (Attoui et al., 2012). El ensamblaje del viroplasma es un paso temprano y crucial durante la infección: el deterioro de la expresión de las principales proteínas del viroplasma conduce a la inmunidad en plantas transgénicas (Shimizu et al., 2011). Los viroplasmas de MRCV están compuestos básicamente por  las proteínas virales no estructurales P9-1 y P6. La P9-1 es el componente principal del viroplasma, la cual tiene capacidad de unión al ARN, actividad ATPasa y se multimeriza en homo-oligómeros (Maroniche et al., 2010), mientras que P6 es un componente menor (Maroniche et al., 2012). P9-1 y P6 interactúan por sí mismos, interactúan entre sí y contienen motivos PEST para supuesta degradación mediada por proteasoma (Llauger et al., 2017).

Todos los fijivirus que infectan plantas inducen la hipertrofia e hiperplasia del floema (tanto la expansión como la multiplicación de las células), lo que conduce a la inflamación de las venas y, a veces, a agallas (enaciones o tumores) derivadas de las células del floema, especialmente en el dorso de las hojas.

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Antecedentes

La enfermedad del mal de Río Cuarto fue detectada por primera vez a fines de la década del 60 en cultivos de maíz del partido de Río Cuarto, sur de Córdoba (Argentina). En la actualidad, la enfermedad se encuentra distribuida en casi todas las zonas maiceras de Argentina (SENASA, 2022). Es considerada una de las enfermedades mas importantes para el cultivo de maíz en Argentina (de la Fuente et al., 2003; Fernandez y Carmona, 2005; Fernandez et al., 2005), y es la enfermedad viral más importante del maíz en Argentina. Este cereal es el único hospedante en el cual el virus del MRC ocasiona pérdidas económicas importantes, ya sea por la drástica disminución de la producción de granos, o por la reducción de la biomasa para ensilaje o diferidos.

El agente causal de esta enfermedad es un virus (MRCV), de la familia Reoviridae, género Fijivirus. Su agente vector es Delphacodes kuscheli (Hemiptera, Delphacidae), conocido vulgarmente como “chicharrita”, que transmite el virus de manera persistente y propagativa, es decir que el virus se multiplica dentro de las células del insecto vector, y éste lo transmite durante toda su vida.

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Importancia Económica

Está difundida en gran  parte de la zona maicera argentina. En la campaña 1981/82 se produjo la primer gran epidemia en Argentina. En el año 1997 se registró una severa epidemia que causó pérdidas de alrededor de U$S 120.000.000 (Lenardon et al., 1998, 1999). En campañas sucesivas, la ocurrencia e intensidad de al enfermedad disminuyó apareciendo picos de infección en la zona de Río Cuarto. Durante la campaña 2006/07, la enfermedad se ha vuelto a expandir, pudiéndose detectar cultivos con síntomas en casi todas las zonas maiceras.

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Síntomas

La variabilidad y severidad de los síntomas dependen: 1) del estado fenológico del cultivo de maíz en el que se produce la transmisión del virus por su insecto vector e infección; 2) de la susceptibilidad del híbrido de maíz utilizado, y 3) de las condiciones ambientales en que se desarrolla el cultivo, las cuales afectan al triángulo de la enfermedad (población del hospedante, población del virus y población del vector) y desarrollo de la epidemia. Infecciones hasta el estado coleóptile o una a tres hojas provocan un severo acortamiento de entrenudos y por lo tanto enanismo. En este caso se produce una marcada disminución del rendimiento. Cuando la infección se produce con posterioridad a este estado el resultado es plantas con distintas alturas, tallos achatados con entrenudos cortos, hojas del tercio superior con notable disminución de la superficie, panojas atrofiadas, estériles y en algunos casos pueden estar ausentes, las espigas son pequeñas, malformadas y con escasa o sin producción de granos y sistema radical reducido. Si la infección se produce luego del estado ocho hojas los síntomas son leves. En el envés de las hojas las nervaduras presentan verrugas, llamadas enaciones. Las enaciones son una proliferación de tejidos en forma de verruga formadas en las nervaduras del envés de la hoja Estas deformaciones son un síntoma especifico y característico de la enfermedad, debidas al crecimiento excesivo de algunos tejidos (Escalde A., 2000; Laguna, et al 2007). Las enaciones pueden encontrarse también en las brácteas de las espigas y en las vainas foliares.

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Histopatología

La infección en plantas por MRCV se limita al floema y provoca un desequilibrio hormonal y una acumulación de azúcar en las hojas (de Haro et al., 2019). La severidad de los síntomas está directamente asociada con la pérdida de rendimiento (March et al., 1997) y depende del genotipo del híbrido de maíz sembrado (Di Renzo et al., 2002), de variables ambientales invernales como temperatura y lluvia que afectan las poblaciones de insectos vectores (March et al., 1995), así como del estado fenológico de las plantas al momento de la infección. Cuando la infección tiene lugar en las primeras etapas de desarrollo, las plantas de maíz muestran síntomas severos que incluyen retraso en el crecimiento general, acortamiento de los entrenudos, aumento del macollamiento, producción defectuosa del grano y proliferaciones tumorales discretas a lo largo de las nervaduras (Nome et al., 1981). La infección tardía conduce a síntomas más leves. Ocasionalmente, la coinfección con otras especies de virus puede enmascarar los síntomas típicos de MRCV (Arneodo y Truol, 2001; Dumón et al., 2018; ). Los estudios sobre la epidemiología del MRCV, incluida la distribución celular y subcelular del virus en infecciones naturales de plantas e insectos vectores, son comparativamente escasos, principalmente debido a la falta de herramientas adecuadas para monitorear la infección del virus (Llauger et al., 2021).

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Diagnóstico

El diagnóstico certero se realiza mediante técnicas serológicas o PCR. En investigación, se determina cuantitativamente (qPCR) los niveles de los mRNAs que codifican para las distintas proteínas del MRCV. De esta manera, se puede localizar espacio-temporalmente (a nivel tisular, celular y subcelular) las proteínas codificadas por el MRCV en el insecto vector D. kuscheli, para realizar estudios epidemiológicos.

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Transmisión

Su vector principal es la chicharrita Delphacodes kuscheli Fennah (Hemiptera: Delphacidae) (Marino de Remes Lenicov et al., 1985; Truol et al., 2001), el cual luego de adquirir el virus desde el floema de las plantas infectadas, y una vez concluido el período de latencia, transmite el virus en forma persistente (Arneodo et al., 2002; 2005). Se trata de un virus de transmisión persistente propagativo (se multiplica dentro del insecto vector) que, tras ser adquirido, debe atravesar varios tejidos en su vector (entre ellos, los del intestino medio y las glándulas salivales). Es persistente porque una vez que adquiere el virus, el insecto es capaz de transmitirlo durante el resto de su vida. Es circulativo porque se almacena en el intestino medio, allí se reproduce y luego circula hacia las glándulas salivales infectando las plantas a través de los estiletes (mientras succiona savia, inyecta saliva infectada). Es propagativo porque se multiplica dentro del vector y no necesita volver a alimentarse de plantas enfermas para volver a adquirirlo. La infección que el virus establece en el vector es subclínica y persistente, una vez infectado, es capaz de transmitir el virus a plantas sanas durante toda su vida. Incluso el virus puede ser transmitido a la progenie a través de los huevos (transmisión transovárica) (Milne et al., 1983; Milne, 1986). El virus del MRCV es transmitido principalmente por las ninfas del primer estadio de D. kuscheli  de manera persistente (circulativa) y propagativa (Arneodo et al., 2005). El virus no se transmite por las semillas (Harpaz, 1972).

El insecto-vector desarrolla sus poblaciones infectivas en cereales de invierno, principalmente en las avenas y trigos de pastoreo, desde comienzos de agosto en adelante. Éstos cultivos desempeñan un papel fundamental en la epidemiología de la virosis, ya que son a la vez reservorios del patógeno y hospedantes preferenciales del vector. Entre el otoño y la primavera D. kuscheli se encuentra principalmente en avena (Avena sativa L.), trigo (Triticum aestivum L.) y centeno (Secale cereale L.), donde adquiere el virus, y sus formas migratorias introducen la enfermedad en el maíz durante etapas tempranas del cultivo (Ornaghi et al., 1993; March et al., 1995; Rodríguez Pardina et al., 1998; Laguna et al., 2000).

Inviernos benignos (pocas lluvias y pocas heladas) favorecen las altas poblaciones de chicharritas y los vientos facilitan su dispersión masiva. La cercanía de cereales de invierno, verdeos y malezas hospedantes llegando al fin de su ciclo, aumentan la probabilidad de que los cultivos de maíz reciban migraciones de insectos buscando plantas verdes para alimentarse. Sobre todo en lotes que salen de trigo y avena de pastoreo que es donde se generan las poblaciones infectivas desde agosto en adelante. Las formas adultas de D. kuscheli, con sus alas largas (macropteros), migran hacia los cultivos de maíz, pero no se reproducen allí, sino que, luego de alimentarse, se dispersan a otros cultivos y malezas, donde ocurre la oviposición, cría, trasmisión y adquisición del virus.

Una descripción del género Delphacodes puede encontrase en este link.

Recientemente, Velázquez et al. (2017) determinaron la capacidad de Caenodelphax teapae (Fowler) (Hemiptera: Delphacidae) como vector natural del Mal de Río Cuarto virus (MRCV, Fijivirus) en Argentina.

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Epidemiología

La incidencia del Mal de río cuarto depende principalmente de los vectores infectivos que llegan al cultivo de maíz desde áreas vecinas y de la época en que éstos alcanzan su máxima densidad poblacional. Las poblaciones de D. kuscheli se desarrollan principalmente en avena y trigo, que actúan como reservorios del virus y del insecto vector, de allí los insectos migran al maíz, que es un hospedante no preferido. Asimismo, se identificaron numerosas especies de Poaceas cultivadas y malezas que pueden actuar de reservorios del virus y del vector (Avila, 1995). Desde la inoculación y la aparición de los síntomas (período de incubación) transcurren alrededor de 30 días. La infección es sistémica y afecta principalmente los tejidos vasculares. La severidad de la enfermedad estará muy relacionada con el momento en que las plantas son infectadas. Los mayores grados de severidad se registrarán cuando las infecciones se producen hasta la primera hoja. A medida que las plantas de maíz crecen van incrementando su tolerancia a la enfermedad. Si bien hay infecciones secundarias, esta enfermedad es considerada monocíclica. Podría considerarse oligocíclica. Cuando el pico poblacional del vector coincide con el período de máxima susceptibilidad del cultivo se produce una epidemia. El maíz es muy susceptible solamente en los primeros estadios de desarrollo de las plantas. A medida que la planta de maíz crece se hace más tolerante. Las epidemias ocurren si el pico coincide o no con esta etapa inicial de susceptibilidad del cultivo. Es por esto que se considera monocíclica.

 

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Principales estrategias de manejo integrado

* Uso de cultivares tolerantes (es la medida mas eficiente y sustentable)

* Siembras tempranas o tardías de acuerdo con el sistema de pronóstico

* Uso de trampas pegajosas para monitorear las poblaciones del vector

* Tratamiento de la semilla con insecticidas

* Control químico del insecto vector

* Utilización del sistema de pronostico de la enfermedad (March et al., 1995Ornaghi et al., 2011):

De acuerdo con el equipo de investigación dirigido por el Ing. José Ornaghi de la UNRC, se ha confirmado a lo largo de los años que las epidemias del MRC coinciden con picos poblacionales de D. kuscheli hacia mediados de octubre, hasta principios de diciembre. La población del vector crece a partir de agosto. En cambio, en años no epidémicos, con intensidad moderada de la enfermedad, la tasa de crecimiento de la población del vector es más lenta, trasladándose el pico del vector alrededor de 30 a 40 días, es decir, la población comienza a crecer recién a mediados de septiembre, alcanzando niveles de riesgo a fines de noviembre. El pronóstico de presiembra se emite a principios de setiembre y se elabora correlacionando variables climáticas durante los meses de invierno (junio a agosto) con la incidencia de la enfermedad. El objetivo de esta alerta temprana es predecir durante la época de siembra la intensidad de la enfermedad entre los meses de septiembre y diciembre. Un segundo pronóstico se realiza al momento de la siembra en base a muestreos semanales de las poblaciones del vector en cultivos de avena, para determinar cuándo se produce la dispersión de los vectores hacia el maíz. Cuando el sistema de pronóstico estima una elevada probabilidad de ocurrencia de epidemia, se aconseja sembrar hasta principios de octubre, cuando el riesgo es mínimo. Después de esa fecha se aconseja continuar con el pronóstico de siembra hasta mediados de diciembre, retrasando la siembra hasta que el riesgo sea nuevamente mínimo (siembras tardías de mediados de diciembre).

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